Cuando el mundo se fragmenta a tus pies, cuando revienta las
paredes de tu existencia y la ira sale de su jaula, dispuesta a destruir tu
espíritu.
Aquí estoy yo, víctima de la venganza, de la sed de venganza
y esta se abre paso por mi cuerpo invadiendo y desgarrando todo lo que
encuentra, manda convulsiones a mi cuerpo, haciéndome estremecer mientras ella
se abre paso a mi mente consumiendo mis buenas acciones y convirtiéndolas en
actos de terrorismo hacia mi persona.
Pero el mayor peligro lo corre Conciencia que grita en mi oído
con desesperación, mientras ella va desapareciendo lentamente, se despedaza con
cada lagrima, humillación o con la simple impotencia. Sigue gritando
desgarradome, es la única que piensa que esto tiene salida, la única que confía
en mí, Venganza la manda callar pero Conciencia no desiste, ambas luchan por el
mando de mi mente. Venganza me susurra cosas dulces, atrevidas que me harían
ganar la batalla, y Conciencia solo grita “¡Haz lo correcto, haz lo correcto!
¿pero qué es lo correcto?.
Venganza me susurra que destruya a mi verdugo, que
le haga sufrir por herirme ¿pero eso no le convertiría en víctima y a mí en
verdugo? Es tan fácil y rápido cambiar las tornas. Estoy cansada y solo quiero
rendirme, dejar de luchar. Les pido que
se vayan y me dejen sola, pero ellas no tienen oídos, solo boca con la que no
dejan de ladrar como perras rabiosas. Solo quiero decirle al mundo lo que
pienso, quiero gritar y por respuesta Conciencia chilla, Venganza ríe, armando entre
ambas un sonido desgarrador.
Pero de repente aparece Paciencia y me invita a
sosegarme, pero no puedo seguir reprimiendo mis pensamientos. Amor se acerca sigiloso
y una onda de ternura me invade, ayudándome a aclararme, me abraza y yo me
fundo en sus brazos intangibles, pero dentro de mi algo nuevo se ha creado y me
ha llevado a la más grave locura.